domingo, 24 de enero de 2010

EL CASO MONTANGIE

La denuncia había llegado al Comando Radioeléctrico de la ciudad de San Carlos de Bariloche, ubicado en el Centro Cívico.
Pasada la medianoche un turista se acercó al destacamento para dar a conocer el hecho: un automóvil se había desviado de su curso y se había desbarrancado unos 50 metros, para quedar semihundido en las aguas del río Limay. Dentro del vehículo se hallaba el cuerpo de una mujer.
Martín Espinosa salió de Bariloche para ir al Limay a pescar. Cruzó el puente sobre el río, que nace a escasos metros de allí, cuando divisó el vehículo a lo lejos y decidió dar aviso a la policía.
El timbre del teléfono sonó súbitamente. La Detective Echegoyen pegó un sobresalto despertando también a su novio que dormía junto a ella.
Hacía un mes que Conrado se había ido a vivir a la casa de Helena y desde ese día dormían abrasados.
-¿Detective Echegoyen? Sondeó con temor el agente de Guardia.
-Si. ¿Qué pasa Jauregui? Contestó semidormida Helena.
-Se produjo un accidente automovilístico en la ruta 237 a la altura del kilómetro 15 y el jefe ordenó que Ud. se hiciera cargo del caso. Parece que se trata de un femenino muerto. Todavía no lo han podido sacar del auto.
-Que nadie mueva nada hasta que yo llegue. Y se apuró en salir.
Carlos García era un importante empresario de la construcción. Su relación matrimonial no pasaba por un buen momento. Su esposa, Laura Montangie, era dueña de una boutique en la ciudad de Guatraché, La Pampa, donde residía la pareja.
Si bien el negocio prosperaba, en lo sentimental, las cosas no andaban nada bien.
desde hace tiempo, ella trataba de mitigar su depresión bebiendo alcohol. por eso nunca conducía el automóvil.
Su marido la había persuadido para que realizaran un viaje de fin de semana a Bariloche. El tenía que viajar por asuntos de negocios.
Al principio ella se rehusó, pero finalmente accedió con la esperanza de que su relación conyugal mejorase.
Emprendieron el viaje un viernes a la noche. Al llegar se hospedaron en el lujoso Gran Hotel Llao Llao. Después él se bañó, se cambió y salió con prisa a la reunión que tenía prevista. Una hora más tarde García pasó a buscar a su mujer por el hotel y juntos fueron a almorzar a un exclusivo restaurante. Durante la comida, ella abusó del alcohol. Inesperadamente, se levantó de la mesa como un rayo y sumida en un ataque de locura protagonizó una escena. En seguida comenzó a gritar y arrojar la vajilla contra el piso. Así lo relataron la camarera y los comensales, en su declaración testimonial.
Llegaron al hotel y tras una fuerte discusión, ella se retiró ofuscada y presurosa se dirigió a la cochera. Se fue en el mismo auto que habían llegado. Pasadas dos horas García recibió un llamado telefónico:
-Ella acaba de llegar. Se escuchó en el Nextel.
-Listo...ya sabés que hacer. Ordenó García.
Con los primeros rayos del sol Echegoyen llegó al lugar del accidente. Los bomberos realizaban las maniobras previas al rescate y una vez retirado el cuerpo sin vida de la mujer fue puesto sobre una camilla. Con ruedas y arneses, lo subieron hasta el costado del camino. Allí aguardaba la ambulancia que lo llevaría hasta la morgue judicial. Mientras tanto, los peritos inspeccionaban el coche tratando de determinar si el accidente se habría provocado por alguna falla técnica.
Los datos del vehículo y de la mujer fallecida coincidían con los registrados en el libro del hotel.
García fue avisado del accidente cerca del mediodía y se le informó que debía presentarse en la seccional policial para prestar declaración testimonial. Antes debía pasar por la morgue judicial del Sanatorio San Carlos. Debía reconcocer el cuerpo de su esposa.
Al llegar a la seccional se acreditó en la mesa de entrada. El lugar estaba relativamente en orden. "Poca gente"-pensó García-mientras observaba con detenimiento lo que pasaba a su alrededor.
Luego de esperar unos minutos entró a la oficina de la Detective Echegoyen.
Después de corroborar los datos personales y otras formalidades comenzó a tomarle declaración. Al costado del escritorio, Jauregui hacía malabares para esribir con "dos dedos" en una vieja máquina de escribir. García respondió con seguridad las preguntas del oficial, pero no podía disimular lo incómodo de la situación. Culminados los trámites de rigor y habiendo reconocido el cuerpo de su esposa, la Detective le autorizó el traslado y le prometió que iba a tenerlo al tanto de cualquier novedad.
Al día siguiente llegaron los informes del peritaje técnico del automotor y la autopsia de la Sra. Montangie.
Las causas del accidente no se debieron a fallas técnicas del automóvil. En cambio la autopsia reveló que las contusiones y heridas que presentaba el cuerpo de la mujer fueron producto del mismo. En las conclusiones se expresaba que los análisis de sangre habían revelado la presencia de barbitúricos y otros medicamentos psiquiátricos. Agregaba además, que le había sido extraída gran cantidad de agua de los pulmones. El reporte daba por cierto que las causas que provocaron el deceso habían sido la pérdida del control del vehículo y consecuentemente la asfixia por ahogo.
Con este análisis se dio por concluida la investigación.
Un tiempo después el juez descartaba la hipótesis de un atentado concluyendo que se trató de una muerte por accidente derivada de la conducta imprudente del conductor.
Dos cuerpos bronceados descansaban bajo una sombrilla en una paradisíaca playa del Caribe.
-¿No te gustaría viajar a Bariloche este Invierno? Dijo Carlos García.
-Me encantaría amor, pero esta vez viajamos en avión-Respondió Martín Espinosa.